Hace más de 20 años,
el economista estadounidense Jeremy Rifkin publicaba su
best seller “El fin del trabajo”, dando
inicio al debate mundial sobre la automatización de los puestos de trabajo, el
desplazamiento de la tecnología vs las personas, la reducción de las empresas y
el futuro de los puestos de trabajo. Sin duda la discusión sobre el tema apenas
ha comenzado y particularmente en Uruguay, presenta grandes desafíos,
especialmente para los profesionales de Gestión Humana.
El pasado 26 de julio,
la Cámara de la Economía Digital del Uruguay (CEDU) organizó junto a la Facultad de Ciencias
Económicas y de Administración (FCEA) de la UDELAR un encuentro denominado “El
empleo en la Economía Digital”, con el propósito de presentar un interesante enfoque
interdisciplinario sobre el tema.
La
economía digital avanza e impone nuevas formas de intercambio de bienes y
servicios. A su paso deja obsoletas regulaciones y leyes pensadas para un mundo
que va quedando atrás. La conferencia organizada por CEDU y FCEA tuvo como foco
analizar el nuevo escenario, con énfasis en el empleo a nivel local.
En
el discurso de apertura, el presidente de CEDU, Marcelo Montado, señaló que nuestro país tiene condiciones
privilegiadas para el desarrollo de la economía digital como ningún otro país
de la región, pero “debemos ser innovadores; también en las leyes. Se nos
imponen cambios, que debemos asumir sin dudar. Tenemos que ser líderes, hay una
gran oportunidad para el Uruguay”, concluyó Montaldo.
El
subsecretario de Trabajo y Seguridad Social, Nelson Loustaunau, afirmó que “la
economía digital va a tener un desarrollo impresionante, pero hay que pensar
cómo convivir con ella. Hoy día la generación del conocimiento se hace en el
ciberespacio; la regulación deberá ser menos territorial y más global”.
Para Loustaunau “no es el fin del
trabajo, es una nueva modalidad de trabajo”.
Fernando
Vargas, asesor legal de CEDU y docente de Posgrado en Sistemas de la
FCEA, señaló que “la normativa
nacional no ha acompañado el desarrollo tecnológico y el uso que hacen de él
las empresas en su relación con sus empleados”.
Vargas
destacó que el fenómeno se presenta como un derecho en tensión. Hoy día, de
cada 10 casos vinculados a derechos laborales, 8 tienen que ver con tics. Temas
como contralor, privacidad, confidencialidad, propiedad intelectual, uso
de internet –y en especial redes sociales- en el trabajo, son de las
principales consultas que se presentan día a día. “Hay que buscar el equilibrio.
Tenemos que recordar que la mayor parte de las normas
están pensadas para los átomos, no para los bits”, resumió Vargas.
Viviana
Martínez, coordinadora de Servicios Globales del Instituto Uruguay XXI, hizo
hincapié en la importancia de apuntar a la educación para que Uruguay pueda
crecer en el contexto de la economía digital y las TI. Las empresas extranjeras
evalúan y se muestran conformes con la calidad del talento uruguayo que
contratan, pero señalan que no pueden desarrollarse como desearían porque la
cantidad recursos humanos no es suficiente.
“Somos
un país pequeño, sin duda faltará el talento, y éste sin duda va de la mano del
empleo. Los servicios globales son una industria sin chimenea, son una
industria de talento, por eso necesitamos tener cada vez más personas
formándose para estos sectores”, sostuvo.
Para
Martínez, Uruguay tiene dos grandes desafíos respecto a la economía digital.
Uno de ellos es la generación de una nueva legislación laboral, que contemple
las nuevas formas de trabajo, y el segundo es tener una educación orientada al
desarrollo de competencias específicas.
La
importancia de la educación y la especialización fue resaltada también por el
economista Ignacio Munyo, director del Centro de Economía, Sociedad y Empresa
del IEEM, Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo. Según un estudio
del IEEM sobre la robotización, el 54% de los puestos de trabajo en Uruguay
corre alto riesgo de desaparecer en los próximos 20 años. Sin embargo, “a
medida que aumenta el grado educativo de la persona, se reduce ese riesgo”,
afirmó Munyo y añadió que los puestos que tienen menos peligro de “robotizarse”
son los que utilizan altas dosis de percepción y manipulación, capacidad
creativa e inteligencia social.
Además,
el economista afirmó que el gobierno “tiene mucho que hacer en esto para evitar
que este proceso sea dramático y evitar que se generen cortes abruptos en el
empleo. Que adapte una regulación laboral, que permita flexibilidad en
contratación y horarios, y que la negociación colectiva se adapte”.
También
el sector educativo “debe hacer esfuerzos para adaptarse a esta realidad”, ya
que buena parte de las personas que ingresan al mercado laboral con bajo nivel
educativo son fácilmente ”robotizables”, indicó Munyo. “Condenar a una persona
a realizar tareas que puede hacer simplemente una máquina no es el desarrollo
que queremos para el país”, enfatizó.
Todos
los expositores coincidieron en aclarar que sus posiciones no son apocalípticas
respecto al impacto de la economía digital en el mundo del trabajo, sino que
apuntan a la necesidad de generar nuevas formas de regulación. “Las fábricas
con 2.000 empleados como las conocimos ya no van a existir, hoy hay empresas
que producen lo mismo con 50 personas. Ahora, ¿esto es el fin del trabajo? No.
Es otra modalidad. Hay que derribar mitos y construir nuevos”, concluyó
Loustaunau.