Cada vez hay más coincidencias en las preocupantes consecuencias psicológicas de estar en línea 24 horas. Empresas toman medidas y expertos brindan consejos.
¿Estamos condenados a estar conectados? Es posible que la interrogante
ronde de tanto en tanto la mente de algún usuario que en su bolsillo, con su
smartphone, cargue la llave que le permite entrar al mundo virtual las 24 horas
del día los siete día de la semana.
La
pregunta, no obstante, ya ha llegado a varias mentes en la academia. La
conexión ininterrumpida ha sido objeto de estudio, por ejemplo, del sociólogo
francés Francis Jauréguiberry, director del Centro Nacional de Investigación
Científica de Francia. Jauréguiberry habla de que en años recientes, no solo
por iniciativa de los usuarios, sino también por la aparición de normas de
protección a la privacidad, al deseo de estar conectado le está apareciendo un
deseo antagónico que corresponde, justamente, a no estarlo.